Frontex ¿Vigilar o salvar vidas?
Seis después del “drama de Lampedusa”, mientras no cesa de aumentar el número de víctimas y la búsqueda en el mar continúa, la comisaria europea de asuntos interiores, Cecilia Malmström, transmite un mensaje hipócrita y mentiroso: la solución para prevenir las muertes en el mar consistiría en acelerar la implantación de Eurosur para vigilar mejor en el mar a los barcos de refugiados, e invertir recursos suplementarios a fin de lanzar una gran operación de salvamento en el Mediterráneo bajo la dirección de la agencia Frontex.
Pero ¿para qué sirve Frontex? ¿Por qué no se prestó ningún auxilio al barco que naufragó el 3 de octubre a unas millas de Lampedusa? ¿Cómo es posible, con nueve patrullas de la Guardia Costera, una patrulla de la Guardia de Finanzas, barcos militares y aviones de vigilancia, no llegara ninguna información a tiempo a la isla? Hasta el 1 de octubre de 2013, un navío de la Guardia Civil española fondeaba en Lampedusa. ¿Formaba parte de la operación Hermes, coordinada por la agencia Frontex, la mañana del drama? Y en caso afirmativo ¿Qué hacía mientras se ahogaban centenares de refugiados?
En lugar de hacerse esta preguntas, Italia y las instituciones europeas indican que es el momento de “reevaluar” el papel de la agencia Frontex y de darle más medios. ¡Pero no nos engañemos! La agencia Frontex tiene por mandato la lucha contra la inmigración llamada “clandestina” y no el salvamento en el mar. Aumentar sus operaciones en el canal de Sicilia no reducirá el número de muertos en el mar: 3.300 personas habrían muerto ya en las proximidades de la isla de Lampedusa [1] desde 2002, mientras que la agencia opera desde 2005 y sus medios han pasado de 19 millones de euros en 2006 a unos 85 millones en 2013.
Incluso si las operaciones de intercepción en mar de Frontex se acoplan a menudo a operaciones de salvamento, la falta de transparencia de las actividades de la agencia no permite saber si sus patrullas han salvado verdaderamente vidas, o si se han limitado a señalar a las autoridades más cercanas las embarcaciones en peligro. Más aún, el reparto de tareas entre la Unión Europea y los Estados miembros se deja conscientemente en la opacidad. ¿Quién debe asumir los migrantes interceptados o salvados? ¿Quién, de los Estados miembros, de la UE o de Frontex, es responsable del respeto del derecho de asilo y del principio internacional de non refoulement? Estas incertidumbres y la falta de procedimientos claramente definidos, fragilizan gravemente las operaciones de salvamento dejando en la sombra la cuestión de las responsabilidades.
La propuesta de reforzar la presencia de Frontex en el Mediterráneo, acoplada a la de un reforzamiento de la cooperación con Libia, muestra la voluntad de aumentar las patrullas de la agencia europea en las costas de Trípoli externalizando la gestión de las fronteras. Esta política entrañará un rechazo indirecto de refugiados hacia Libia donde los derechos humanos de las personas migrantes son clamorosamente violados [2]. Una forma de relegar lejos de la mirada ofuscada de la opinión europea los futuros “dramas de la inmigración”.
En el momento en que, una vez más, los responsables políticos de los Estados miembros y de la Unión Europea consideran que la lección a sacar del naufragio ocurrido en Lampedusa el 3 de octubres es la necesidad de reforzar la vigilancia de las fronteras, es hora de levantarse contra esta fuga adelante y afirmar alto y fuerte: “vigilar” no es “velar por”. No se puede a la ver “vigilar” a los migrantes como flujo a detener y “velar por” los migrantes en tanto que personas que necesitan protección. En consecuencia, nunca una política de lucha contra la inmigración denominada “clandestina” podrá ser una política respetuosa de los derechos de las personas.