Las políticas europeas de inmigración y asilo en los campos de extranjeros

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Las políticas europeas de inmigración y asilo en los campos de extranjeros.

Más allá de sus diferencias ( ver la definición de los campos en el reverso )los centros de retención presentan características en común. La primera concierne a sus ocupantes: exclusivamente extranjeros ( extra-comunitarios ). No son culpables de ningún delito, sólo de haber transgredido, o intentado transgredir las normas para cruzar las fronteras. La segunda es la desaparición del individuo frente al grupo: la gente de los campos sólo se considera como parte de un grupo de “clandestinos” o de “inmigrantes ilegales”, olvidándose que son individuos con trayectorias personales. Finalmente, la tercera característica es que en estos campos de aislamiento, parece imposible asegurar el respeto de los derechos humanos. Primero porque la libertad de circulación se traba gravemente, pero también por la ausencia de respeto de los derechos fundamentales relativos al asilo, la vida privada y familiar, o de los menores. Sin tener en cuenta que los tratamientos inhumanos y degradantes se dan casi de forma sistemática.

La retención de extranjeros practicada hoy en día en Europa no tiene como objetivo castigar sino promover la gestión eficaz de las poblaciones de inmigrantes. El encierro parece ser un tipo de contrato hecho entre el estado y la sociedad para ofrecer una garantía de seguridad. Los gobiernos se apoyan precisamente en este argumento para justificar la existencia de estos campos. El encierro forma parte de una serie de medidas denominadas “ política común de asilo e inmigración”; pero en este título se esconde una verdadera orientación hacia la “subcontratación” de los estados fronterizos para efectuar los controles de la entrada en la UE.

Vigilar las fronteras y luchar contra la inmigración suponen los dos principales escollos de las políticas migratorias y de asilo de la UE. Si antes del 11 de septiembre de 2001, la inmigración ya estaba considerada al mismo nivel que el crimen organizado y el tráfico de droga, ahora se asocia estrechamente con la amenaza terrorista. Cada vez más, el inmigrante es considerado como un enemigo, y por eso se habla de la inmigración con un vocabulario y se trata con actos que pertenecen al ámbito bélico: existen arsenales militares para los controles por mar, sistemas de rádar y alta tecnología, muros y puntos de control, campos y expulsiones colectivas. Bajo este punto de vista, la reclusión de los extranjeros resulta “lógica”, sin diferenciar los casos de solicitud de asilo.

Con esta política, la UE ha decidido deshacerse de los solicitantes de asilo, en vez de protegerlos. Como consecuencia de ello, las nuevas normas europeas consideran al solicitante de asilo como un “impostor”, lo que dificulta el acceso de los solicitantes al proceso de asilo dejando sitio a fórmulas de protección precarias. La reclusión de los solicitantes de asilo se revela como una respuesta lógica frente a la amenaza del “exceso” de solicitantes de asilo.

Cada vez más, los proyectos europeos proponen la posibilidad de contener a los solicitantes de asilo en campos situados fuera de la UE. Esta “externalización” o “subcontratación” no se refiere sólo al asilo, sino también a la protección de las fronteras. En efecto, el objetivo es hacer cada vez más difícil el atravesar las fronteras europeas, llevándolas de hecho más allá de sus verdaderos trazados geográficos. La “externalización” se basa en la “política de visados”, instrumento preferido de la “policía a distancia” de la UE. Este fenómeno entra en el marco de las relaciones establecidas con terceros países fuera de la UE. Estas relaciones obligan a estos países a cooperar en la lucha europea contra la inmigración clandestina. El ejemplo marroquí ilustra muy bien esta política de “toma y daca”. La UE financia así los controles en las fronteras marroquíes para luchar contra la inmigración ilegal. Un modo de hacer de Marruecos la “policía de Europa en el norte de África”.

El tener como objetivo el contener el flujo de inmigrantes hacia Europa, el organizar la expulsión de los sin-papeles, o “almacenar” a los demandantes de asilo en la distancia, representa un engranaje del sistema de alejamiento de esta gente definida como “riesgo” o “enemiga”. Los campos representan la victoria de una aproximación segura al problema de la inmigración, en detrimento del derecho fundamental de circulación.