La EU obliga a sus vecinos a soportar su política de inhospitalidad

Mientras se abre la cumbre de La Valetta sobre migración entre los líderes de la Unión Europea y los jefes de Estados africanos, la red Migreurop quiere recordar que bajo el pretexto de cooperación y de desarrollo, la UE ejerce verdaderos regateos con Estados africanos con el fin de subcontratar el control de sus fronteras, de restringir las posibilidades de circular libremente y de favorecer el encierro y las expulsiones de exiliados/as ilegalizados/as.

Apenas unas semanas después de la emoción planetaria suscitada por la foto del cadáver del pequeño Aylan Kurdi encallado en la costa turca, han caído las máscaras. Desde cumbres ministeriales excepcionales, a “discursos históricos” ante el Parlamento Europeo, pasando por los planes de acción y otros textos de la Comisión, la UE ha reafirmado claramente sus prioridades en materia de policía de fronteras, de subcontratación de la gestión migratoria a países vecinos y de disuasión de los movimientos migratorios:

  • Con la creación de los “hotspots”, el encierro de personas extranjeras va a generalizarse, incluidas quienes demanden asilo. Estos campos van a ser utilizados como dispositivos de selección entre “buenos refugiados” y “malos migrantes”. Los Estados europeos estarían dispuestos a “repartirse la carga” de la acogida de una (pequeña) cantidad de solicitantes de asilo, pero a condición de que los escasos derechos y garantías procedimentales que la ley reconoce al conjunto de migrantes sean abandonados. Los “hotspots” están concebidos sobre todo como catalizadores de expulsión debiendo posibilitar la mejora de los “índices de expulsión” de las personas exiliadas que no sean elegibles al privilegio de la “relocalización” (la posibilidad de entrar en las cuotas de personas refugiadas duramente negociadas por los Estados miembros).
  • Se reafirma la subcontratación de la vigilancia de fronteras, pero también de la acogida de solicitantes de asilo en los Estados vecinos de la UE. El pasado 7 de octubre, ante el Parlamento Europeo, el presidente de la república francesa declaró “es en Turquía, en la medida de lo posible, donde han de ser acogidas las personas refugiadas”. Es también el planteamiento de la Comisión y de la mayoría de Estados miembros. Y esto cuando más de dos millones de personas sirias han encontrado ya refugio en un país que el presidente Erdogan a sumido en una deriva autoritaria y una verdadera estrategia de la tensión con la minoría kurda y las fuerzas democráticas.
  • La militarización de los controles migratorios ha franqueado una nueva etapa. En nombre de la lucha contra los contrabandistas y otros “traficantes de seres humanos”, emprende una guerra contra las personas migrantes. Los navíos militares de la operación EUNavfor Med, rebautizada cínicamente Sofía, pueden ya abordar en alta mar los barcos sospechosos de contribuir al tráfico de personas. Mañana, si la ONU da su acuerdo, estas intercepciones, incluso destrucción de navíos, podrán realizarse en las aguas territoriales libias. Con toda probabilidad, los pasajeros así rescatados de sus supuestos verdugos serán conducidos a campos en Italia o entregados, en Libia u otros países, en manos de quienes pretendían huir.

Con el refuerzo de medios financieros, materiales y jurídicos de la agencia Frontex, la UE organiza la inaccesibilidad de su territorio. Tras haber bloqueado las posibilidades de llegar a Europa por avión, al no conceder visas a las personas sospechosas de ser un “riesgo migratorio”, los dirigentes europeos sueñan con un auténtico bloqueo de las costas del norte de África y de Turquía. Quisieran completarlo con un puente aéreo destinado a organizar los retornos forzosos de quienes, arriesgando su vida, habrían alcanzado estos puestos avanzados de la UE, en Grecia o Italia, destinados a ser transformados en “hotspots”.
Para alcanzar sus objetivos, los Estados miembros y la UE están dispuestos a todo tipo de compromisos: las operaciones militares en el Sahel desarrolladas por los contingentes francés y belga se contemplan a partir de ahora también como un medio para cortar las rutas migratorias; está previsto instalar en Níger campos destinados a organizar “retornos” desde las fronteras europeas; los regímenes más represivos (en particular Sudán o Eritrea, en el marco del “proceso de Jartum”) de los que huyen decenas de miles de solicitantes de asilo, se benefician de subsidios a fin de retener a su población y de “hacer seguras” sus fronteras…

Todo este mercadeo, y sobre todo la cuestión de los acuerdos de readmisión (es decir, el compromiso de los Estados de origen o de tránsito para “retomar” las personas expulsadas de Europa), serán las cuestiones claves de la próxima cumbre euroafricana de La Valeta (11-12 de noviembre de 2015). De cara a que se admita la dimisión moral de la UE y su renuncia a aplicar las grandes convenciones internacionales de protección de derechos humanos, las autoridades europeas van a continuar apoyándose en la política del miedo: los equilibrios nacionales y europeos estarían en peligro por “la mayor afluencia migratoria desde la segunda guerra mundial”. Para ello, van a insistir machaconamente en las estadísticas oportunamente proporcionadas por Frontex: “¿He de recordar que Europa se enfrenta a una presión migratoria sin precedentes? ¿Que, desde comienzos de año, la agencia Frontex ha constatado ya más de 710.000 entradas irregulares en territorio europeo?” escribe el ministro francés del Interior en respuesta a un informe del Defensor de Derechos que denuncia la suerte de miles de migrantes bloqueados en Calais y obligados a vivir en chabolas.

Sin embargo, la agencia Frontex ha reconocido que sus cifras eran parciales. Contabiliza pasos de fronteras y no personas. Estas últimas, a lo largo de su periplo hacia Alemania o Europa del norte, son pues censados en varias ocasiones. En muchos países de la UE (Francia, Gran Bretaña, Italia…) las estadísticas nacionales de solicitantes de asilo permanecen estables en 2015. Los datos de Frontex son utilizados, sin embargo, para contrarrestar los movimientos de solidaridad con las personas exiliadas y llevar el agua al molino de los argumentos inhospitalarios e incluso xenófobos. Ocultan oportunamente que en 2015 la UE es ciertamente un milagro para centenares de miles de personas exiliadas pero que ya no es una tierra de asilo: no recibe más que a quienes han sobrevivido a los múltiples obstáculos puestos en su camino. Así, Turquía, que la UE desearía convertir en guardián de la estanqueidad de sus fronteras, acoge al menos cuatro veces más refugiados sirios que el conjunto de los 28 Estados miembros. Para llegar a este resultado utiliza todas las posibilidades y defiende tercamente la asignación a residencia de la mayoría de la población mundial y la puesta en práctica de facto de un “delito de emigración” contrario a todos los textos internacionales, en particular al artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Son estos valores –la inhospitalidad, la negación de derechos fundamentales, el mercadeo más cínico- los que llevará la UE a la mesa de negociaciones que se desarrollarán en La Valeta los próximos 11 y 12 de noviembre.

traduccion Peio Aierbe